Lo quisimos tan poco
que podemos decir
que nunca lo quisimos.
Lo olvidamos tan fuerte
que sólo el porvenir
dirá lo que perdimos.
Al defenderlo
dejamos de morir
y no lo defendimos.
Hoy no miré mujeres porque estaba pensando en Guillermo Valencia, esta tarde fui el novio de la poesía de Valencia. Quise pensar en él en la plaza de Bolívar porque es un héroe de la cultura colombiana.
Su poesía debe leerse toda sin interrupción para captar su atmósfera estremecedora.
Valencia es Gonzalo Arango clásico como Gonzalo Arango es Valencia de vanguardia. Son dos portentos Valencia y Arango. Cada uno un universo. Cada uno un habitante de la ciudad de la derrota.
La obra de Guillermo Valencia es la patria, la patria negada, como la patria es Hora de tinieblas y la obra no dejada ver de Julio Flórez.
Cada poema de Guillermo Valencia es una obra de arte genuina y su obra en conjunto es inclasificable e invaluable. Nada de ismos. No es encasillable Guillermo Valencia. Como no es encasillable Pombo, como no es encasillable Flórez.
Los camellos también muerden al delfín. Los camellos no es un poema sobre los camellos, es un poema sobre los poetas, sobre los artistas, sobe los canes, sobre los Quintín y los Martin Luther King. Impresionado con los artistas utiliza el símbolo de los camellos para exaltarlos.
Guillermo Valencia es un genio de la poesía colombiana como Rafael Uribe Uribe era un sabio. Al matar a Uribe Uribe el plagiario poder dijo: Colombia no necesita sabios. Al negarle el Partido Católico la presidencia a Guillermo Valencia dijimos: Colombia no necesita genios.
Qué poeta inmenso es Guillermo Valencia. Su poesía está intacta, fotografías del alma libre que no se tornan amarillentas, grafitis que no borran el sol, la lluvia y el viento. Que no borran los seguidores de un Jesucristo muerto. Guillermo Valencia perteneció al Partido Conservador pero sus verdaderos partidos fueron la patria, la poesía y los poetas, a los que retrata fielmente en su marginalidad y su locura por oponerse al mundo en el que la verdad sobre la injusticia y el fanatismo es una blasfemia, el de los blasfemos poderosos que llaman blasfemo al iluminado.
Valencia al hablar de los poetas habla de sí mismo poeta, contrario a lo que se dice, que es ajeno a la realidad y a la autobiografía, Valencia habla de sí mismo sin máscaras y con total elegancia; más desnudos que Valencia pocos, desnuda su pensamiento. Apela a la cultura universal pero sus versos terminan en Colombia, en su sentir colombiano, terminan en la “turba de profetas”. Con Guillermo Valencia Colombia hubiera tenido un tiempo dorado en las artes y el pensamiento. Ese suramericano que tuvo la dicha de conocer a Nietzsche en persona.
Griego, nietzscheano, bolivariano, seguidor de un Jesucristo vivo, arranca lágrimas a los poetas su devoción por el poeta y por la poesía. El poeta allí se siente ensanchado, se siente presente, respetado en su destrozada y destrozadora psiquis. Como una solitaria flor de loto azul en un remoto pantano la palabra “búdica”.
Con cuánta belleza enaltece su pluma prodigiosa a Silva, a Flórez y a Pombo. En casi toda su obra saltan solidariamente por acá o por allí la creación, “el ideal”, el artista, el poeta. En poemas específicos observamos esto y en general nadie ha puesto al poeta en un sitio tan alto y nadie tan alto socialmente ha delatado más la situación de desequilibrio y martirio del poeta por serlo. La persona Valencia es grande como Silva y como Flórez. Nacido de cuna fanática como Pombo, no se quedó como él en el inframundo fanático. Fue Valencia un guerrero de la libertad de sí mismo. Fue un ejemplo de cómo cambiar una personalidad fanática por una personalidad no fanática, fue en la poesía lo que Benjamín Herrera fue en las trincheras.
La iglesia católica debe pedirle perdón al pueblo colombiano por impedir que uno de sus mejores hijos gobernara este país. Qué sabio fue Benjamín Herrera al proponerlo para la presidencia.
El mismo Valencia dijo que le habían negado la presidencia por haber escrito Anarkos. Pero no fue sólo por Anarkos, gran maestro, fue por toda su obra, porque toda su obra es intolerable para los espíritus pequeños de grandes poderes.
Un estremecimiento superior sentimos al leerlo. Un estremecimiento de inteligencia, pensamiento, música y virtud. Qué genuino, que personal, que universal y qué cercano es Guillermo Valencia.
Qué grande es Colombia. Qué maravillosa es su historia. Cuán particulares y valientes sus poetas. Pero el poder nos ha convertido lamentablemente más que en cosas en “cadáveres de cosas” y nos ha arrodillado ante “la codicia sórdida que labra el pecho de los viles”.
Desde luego que tiene Valencia momentos complejos o contemporizaciones, ¿quién no los tiene, quién no las hace? ¿Contemporizó Valencia con la poderosa tradición después de haber enaltecido el librepensamiento en la Parábola del monte, otro de sus efluvios nietzscheanos o de haber llamado a Grecia a levantarse y conquistar el mundo en ¡Oh, paganismo!? Como Bolívar cuando iba a misa en Bucaramanga para calmar los curas y fingía leer oraciones en un misal, que era en realidad un libro de Voltaire. Todo queda en la elucubración. Cuánta falta nos hace de Valencia una autobiografía no sobre su vida sino sobre su poesía.
Sostiene con el centauro
ansiosa conversación
que recuerda a Santa Marta,
el pie encima del dragón.
Estas bipolaridades nada quitan a la grandeza de Valencia y a su excelsitud.
Cada año vuelvo a ciertos libros. La obra de Valencia me ha impresionado como esos libros a los que siempre vuelvo.
–
(A Chile)
Ahí van los grandes piojos,
Nerudas naturales,
los anarkomortales
a los que sacan ojos.
Rechazan poderosos
sus vidas funerales.
Despiertan amorosos:
Todos somos iguales.
“Ya los perros sarnosos
se tornaron chacales”.
–
Por dentro mal herido,
sobra del universo,
tiembla tu verbo hendido:
Pezuña de Satán.
Hendida por tu verso
ha sido Popayán.
–
El universo oscuro
que ve este mundo enfermo,
buscó la claridad
en tu nombre, Guillermo.
–
Los poetas perdidos
y muertos de decencia,
te entregan otra patria,
sin ley ni presidencia.
Es declamado Anarkos
por rastreros y aéreos,
por chacales y buitres,
en Púlpito TV y en Lepra Estéreo.
–
“Ebrios todos de un vino luminoso/ que no beben los bárbaros, y envueltos/ en andrajos son alma de coloso”
Los poetas son turbas de despojos,
ataúdes que se abren, no cerrojos,
Satanes tan azules como el cielo;
sacadores de penas, no de ojos.
Por eso le regalan los burdeles
alguna soledad de labios rojos.
–
El mito es religión
que ya no tiene vida,
la religión es mito
que sangra sin herida.
–
“Y de su herida/ corrió una fuente de licor sagrado/ que bautizó la historia dolorida/ de los siervos con óleo ensangrentado”
Nos dicen los paganos
que el mal nace en la ira,
como nace la lepra en la voz del poeta,
y el vicio en la mentira.
–
Tienen nutrido el cuerpo
y desnutrida el alma
aquellos cuya alma es la codicia
y exprimen sangre pálida de la pálida calma.
–
Te llamarás Guillermo,
en un principio sano
pero después enfermo,
tu corazón un yermo,
por hacer de tu prójimo un hermano.
–
No alcanzaré a llegar,
“oh cima, oh libertad” de pensamiento.
Cierra el camino un guardia pálido y fatal.
No miento nunca pero a veces miento.